Según un estudio de 2008 encargado por el Ministerio de Sanidad y Consumo -a raíz, según el propio Ministerio (?), de los problemas que tenían las mujeres para encontrar tallas de ropa que se ajustaran a sus medidas-, se concluyó que el tallaje El sistema vigente, instaurado en 1972, había quedado obsoleto, ya que, en la actualidad, en España existían tres morfotipos básicos de mujer:el llamado diabolo , el que tiene campana y el cilindro , con proporciones entre la población femenina del 39, 25 y 36%, respectivamente. Respecto al estudio, que no merece más comentarios, me quedo con la viñeta de JRMora...
Los ideales de belleza han evolucionado a lo largo de la historia y, lógicamente, la moda ha tenido que adaptarse a estos cánones. Pero todo llevado a sus extremos suele tener consecuencias desastrosas, como cuando la moda se adapta al ideal de extrema belleza del cuerpo diábolo:busto realzado, una cintura imposible afinada por el corsé y unas caderas enormes confeccionadas artificialmente con cuppers y cancans tipo guardianfantes o faldas de miriñaque. . A esto último le dedicaré un artículo en breve, esta vez el protagonista será el corsé (del francés corsé -corpiño-, diminutivo de cuerpos -Cuerpo-). En el siglo XVII y gran parte del XVIII, todas las mujeres de la aristocracia y nobleza lucían esta prenda que ayudaba a modelar el cuerpo perfecto de la época y, además, determinaba su estatus social. Lógicamente, cuanto más radical era aquella figura del diabolo, mejor. Dejando de lado los corsés del siglo XVI, auténticas jaulas metálicas, en siglos posteriores la rigidez se conseguía mediante huesos de ballena, varillas de metal o madera, introducidas en el trozo de tela.
Como símbolo de todo lo que representó el Antiguo Régimen, con la Revolución Francesa el corsé cae en desuso... pero no en el olvido. En el siglo XIX las mujeres volvieron al corsé y, en esta ocasión, desde edades muy tempranas y de cualquier estrato social. Y aunque normalmente no era una prenda de uso permanente, su uso diario y el continuo sometimiento del cuerpo a una constricción excesiva provocaban deformaciones corporales hasta el punto de afectar la disposición de los órganos. En 1790 el médico alemán Samuel von Sommering ya advertía que el corsé provocaba graves deformidades en las costillas.
Y no solo eso, las jóvenes llegaron a forzar tanto su cuerpo en aras de una cintura más estrecha que era común que perdieran el conocimiento debido a las dificultades para respirar. De hecho, a principios del siglo XIX, el cirujano británico William Wilberfoce-Smith y el ginecólogo estadounidense Robert Latou Dickinson realizaron un estudio con más de 1.000 mujeres, utilizando la espirometría (técnica que mide el volumen de aire inspirado o espirado y el duración de cada inspiración), y mostró que el 20% de quienes usaban corsés tenían su capacidad pulmonar reducida. Precisamente, esta consecuencia del uso del corsé fue una circunstancia clave para la aparición de un nuevo mueble en las residencias de la nobleza francesa del siglo XVIII:la chaise longue. (silla larga). Siendo frecuentes y habituales los desmayos entre las féminas, se necesitaba una especie de prie-dieu para descansar y, además, en el que se "encajara" con el volumen exagerado de sus faldas. La gente del pueblo la llamaba la silla del desmayo. .
Estudios recientes de la Clínica Mayo (EE.UU.) confirman los problemas que puede provocar el uso prolongado de esta prenda:
-Desplazamiento de órganos. Los corsés que se atan desde el pecho hasta debajo de la cintura pueden contraer el abdomen, provocando el desplazamiento de ciertos órganos, como los riñones, y provocando problemas al bloquear la orina.
-Estrés respiratorio. Los pulmones no reciben la cantidad necesaria de oxígeno, por lo que puedes sufrir hiperventilación (respiración intensa y rápida debido a la sensación de falta de aire) o desmayos.
-Útero. Esta parte del cuerpo puede ser empujada total o parcialmente hacia la vagina, causando de todo, desde dolor y problemas menstruales hasta infertilidad, aborto espontáneo, infección o incluso la muerte.
-Funciones digestivas. La presión abdominal severa puede interferir con la digestión. Además, cuando el aparato ortopédico se lleva durante mucho tiempo, la ingesta de alimentos se limita hasta el punto de provocar desnutrición o anorexia. También puede provocar reflujo gastroesofágico.
-Congestión venosa. La presión sobre las venas pélvicas puede provocar hinchazón en las piernas y los pies, dificultando el flujo de sangre. Como consecuencia, hay mayor riesgo de desarrollar trombos en las extremidades inferiores y, por tanto, más probabilidades de sufrir una embolia pulmonar.
-Deformación muscular. El uso prolongado del corsé puede provocar atrofia muscular grave y desviación de la columna. Estas deformaciones pueden llegar a ser tan graves que, como antaño, "muchas mujeres no podrían caminar si no lo llevaran puesto".