La élite privilegiada en Francia estaba exenta de la mayoría de los impuestos, mientras que los campesinos y trabajadores estaban cargados con fuertes impuestos. Los campesinos también padecían un sistema de derechos y obligaciones feudales, que reducía aún más sus ingresos. Además, el Estado francés estaba endeudado y el gobierno aumentaba constantemente nuevos impuestos para pagar sus deudas. Esto provocó un fuerte aumento del coste de vida, lo que dificultó que muchas personas pudieran llegar a fin de mes.
La crisis financiera del Estado francés fue causada por una serie de factores, incluida la Guerra Revolucionaria Americana, que había agotado el tesoro francés, y el gasto extravagante de la corte francesa. El Estado francés también estaba agobiado por una pesada deuda y el gobierno aumentaba constantemente nuevos impuestos para pagar sus deudas. Esto provocó un fuerte aumento del coste de vida, lo que dificultó que muchas personas pudieran llegar a fin de mes.
La combinación de desigualdad social y crisis financiera provocó un descontento generalizado en Francia, que finalmente estalló en una revolución en 1789. La Revolución Francesa se libró entre la élite privilegiada y los campesinos y trabajadores, y terminó con el establecimiento de una república basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad.