Sistemas políticos: La Unión Soviética funcionó como un estado de partido único en el que el Partido Comunista tenía el monopolio del poder político y se reprimió la disidencia. En contraste, Estados Unidos tenía un sistema democrático multipartidista, donde los ciudadanos podían participar libremente en los procesos políticos y expresar sus opiniones.
Estructuras económicas: La economía soviética hacía hincapié en las industrias pesadas, la agricultura colectivizada y la distribución de recursos controlada por el Estado. Estados Unidos, por otra parte, tenía una economía más diversificada, centrada en los bienes de consumo y con un enfoque basado en el mercado.
Políticas exteriores: La Unión Soviética siguió una política de expansión e influencia a través del poder militar y el apoyo a los movimientos comunistas en todo el mundo. En contraste, Estados Unidos adoptó una política de contención para limitar la propagación del comunismo y proteger a sus aliados. Esta rivalidad resultó en la Guerra Fría, una confrontación ideológica y geopolítica global entre las dos superpotencias y sus respectivos aliados.
Estructuras sociales: La sociedad soviética se caracterizaba por un sistema de clases jerárquico, donde la élite del Partido Comunista disfrutaba de importantes privilegios, mientras que la población en general enfrentaba restricciones y una movilidad social limitada. En contraste, Estados Unidos promovió la igualdad social, las libertades individuales y los derechos civiles.
Alianzas internacionales: La Unión Soviética se alineó con los países comunistas y formó alianzas como el Bloque del Este y el Pacto de Varsovia. Estados Unidos, por otro lado, estableció alianzas como la OTAN y la SEATO para contrarrestar el expansionismo soviético y defender los intereses occidentales.
Estas diferencias crearon una profunda división entre las dos superpotencias, dando forma al panorama geopolítico y la política global durante la era de la Guerra Fría y más allá.