2. Políticas de libre mercado: Los países de Europa occidental adoptaron en gran medida políticas de libre mercado, permitiendo la propiedad privada, el espíritu empresarial y la competencia. Esto fomentó el crecimiento económico y la innovación. Por el contrario, los países de Europa del Este adoptaron economías de planificación centralizada, lo que sofocó el desarrollo económico.
3. Acceso a los mercados occidentales: Los países de Europa occidental tenían mejor acceso a los mercados globales y podían aprovechar el comercio internacional, beneficiándose del aumento de la demanda de sus bienes y servicios. Los países de Europa del Este tenían un acceso limitado a estos mercados debido a las restricciones comerciales impuestas por la Unión Soviética.
4. Avances tecnológicos: Europa occidental lideró los avances tecnológicos durante este período, particularmente en industrias como la manufactura, el transporte y las comunicaciones. Estos avances aumentaron la productividad y la eficiencia económica. Los países de Europa del este se quedaron atrás en la adopción de tecnología.
5. Desarrollo del capital humano: Los países de Europa occidental invirtieron mucho en educación y desarrollo de habilidades, lo que dio como resultado una fuerza laboral altamente calificada. Esto contribuyó a una mayor productividad y competitividad en el mercado global. Los países de Europa del este enfrentaron desafíos en materia de educación y desarrollo del capital humano.
6. Estabilidad política: Los países de Europa occidental disfrutaron de una relativa estabilidad política, lo que proporcionó un entorno propicio para el crecimiento económico. En cambio, los países de Europa del Este experimentaron inestabilidad política, con cambios de regímenes y políticas que socavaron la planificación económica a largo plazo.
Estos factores se combinaron para dar como resultado un crecimiento económico más rápido en Europa occidental en comparación con Europa del Este después de la Segunda Guerra Mundial. La posterior integración de los países de Europa occidental a través de la Comunidad Económica Europea (CEE) aceleró aún más el crecimiento económico y fortaleció los lazos entre las naciones europeas.