El sistema de encomienda proporcionó a la Nueva España una fuente de mano de obra para la minería, la agricultura y otras actividades económicas. El sistema se basaba en la concesión de encomiendas, o concesiones de tierras y mano de obra, a los colonos y conquistadores españoles. A cambio de estas subvenciones, los encomenderos debían proporcionar instrucción religiosa a los indígenas y protegerlos de la explotación.
El sistema de encomienda se implementó ampliamente durante el período colonial temprano y siguió siendo una fuente importante de mano de obra y riqueza para los colonos españoles. Fue abolido oficialmente en el siglo XVIII, pero sus efectos aún se pueden ver en la América Latina actual.