Uno de los mayores abusos de los que se quejó Lutero fue la venta de indulgencias. Las indulgencias eran certificados que se podían comprar en la Iglesia Católica y que prometían reducir la cantidad de tiempo que una persona pasaría en el purgatorio después de la muerte.
Lutero argumentó que las indulgencias eran esencialmente una forma que tenía la Iglesia de recaudar dinero y explotar los temores de la gente. Según Lutero, también contradecía el principio central de la fe protestante, según el cual la salvación se lograba sólo a través de la fe y no de las buenas obras.
Corrupción clerical
La Iglesia católica en la época de Lutero estaba plagada de corrupción. Hubo muchos ejemplos de sacerdotes y obispos que vivieron vidas extravagantes incluso con la promesa de pobreza, aprovecharon sus posiciones para beneficio personal y se involucraron en comportamientos inmorales.
Lutero fue muy crítico con esta corrupción y consideró que socavaba la misión de la Iglesia de proporcionar guía espiritual y enseñar la palabra de Dios a sus seguidores.
Autoridad del Papa y concilios eclesiásticos
Lutero también cuestionó la creencia tradicional en la autoridad absoluta del Papa y los concilios eclesiásticos. Lutero argumentó que los concilios de la iglesia eran capaces de cometer errores y sostuvo que la autoridad religiosa suprema reside únicamente en la Biblia, a la que llamó sola scriptura.