La religión del antiguo Egipto era politeísta y se consideraba que el faraón era el representante terrenal de los dioses. Era el responsable de que el río Nilo se inundara periódicamente, ya que esto era esencial para la fertilidad del suelo y el éxito de la cosecha.
El faraón realizaba rituales y ceremonias para garantizar que el Nilo se inundara, y si la inundación era particularmente buena, se consideraba una señal del favor del faraón hacia los dioses. Por el contrario, si la inundación fue pobre, podría verse como una señal del descontento del faraón.
Además, los faraones también eran responsables de construir y mantener los canales y sistemas de riego que se utilizaban para distribuir el agua del río Nilo a los campos.
Al controlar el suministro de agua, los faraones podían asegurarse de que los cultivos recibieran el agua que necesitaban para crecer, lo que aumentaba aún más su poder y prestigio.