En general, los esclavos más jóvenes solían trabajar en tareas más ligeras, como cuidar el ganado, limpiar o ayudar en la cocina. A medida que crecían y se hacían más fuertes, a menudo se les trasladaba a trabajos más extenuantes, como el trabajo en el campo, la construcción o la minería.
A los esclavos mayores a menudo se les asignaban tareas que requerían menos trabajo físico, como supervisar a los trabajadores más jóvenes, reparar herramientas o hacer carpintería. También podrían encargarse de enseñar a leer y escribir a los niños esclavizados.
En algunos casos, a los esclavos mayores se les asignaban puestos de responsabilidad y confianza, como capataz o conductor. Estas posiciones les permitían tener cierta autoridad sobre otros esclavos y podían usar este poder para mejorar las vidas de sus compañeros esclavos.
Sin embargo, independientemente de su edad o posición, todas las personas esclavizadas fueron sometidas a duras condiciones laborales y abusos. A menudo se los obligaba a trabajar largas horas en condiciones peligrosas e insalubres, y con frecuencia se los sometía a abusos físicos y psicológicos.