Inestabilidad política interna:el imperio estuvo plagado de luchas de poder, corrupción y guerras civiles. El ejército estaba debilitado y el gobierno no pudo mantener el control sobre sus vastos territorios.
Declive económico:la economía del imperio estaba en declive y el gobierno no podía recaudar suficientes impuestos para mantenerse. La economía también se vio perturbada por las invasiones y la pérdida de territorio.
Malestar social:El imperio estaba experimentando un gran malestar social, incluidas revueltas de chinos, esclavos y otros grupos oprimidos. Los valores e instituciones tradicionales del imperio también estaban siendo desafiados por nuevas influencias religiosas y culturales.
Invasiones bárbaras:El imperio también enfrentaba una presión cada vez mayor por parte de las tribus bárbaras, que estaban migrando al territorio romano. Estas tribus finalmente conquistaron gran parte del imperio y establecieron sus propios reinos.
Como resultado de estos factores, el Imperio Romano Occidental finalmente colapsó. El último emperador romano en Occidente fue Rómulo Augústulo, quien fue depuesto por el líder germánico Odoacro en 476. Tradicionalmente se considera que este evento marca el fin del Imperio Romano Occidental y el comienzo de la Edad Media.