La primera colonia propietaria fue la provincia de Maryland, que fue concedida a Sir George Calvert, el primer Lord Baltimore, en 1632. Calvert era católico romano y quería crear una colonia donde los católicos pudieran practicar su culto libremente. A Maryland le siguieron otras colonias propietarias, incluidas las Carolinas, Pensilvania y Nueva York.
Las colonias propietarias no siempre tuvieron éxito. Algunos propietarios estaban más interesados en ganar dinero que en gobernar bien sus colonias. Esto podría provocar conflictos entre los propietarios y los colonos. Además, las colonias propietarias eran a menudo menos estables que las colonias reales, porque no contaban con el mismo nivel de apoyo del gobierno inglés.
A pesar de estos desafíos, las colonias propietarias desempeñaron un papel importante en el desarrollo de Estados Unidos. Ayudaron a establecer la idea de autogobierno y proporcionaron refugio a las personas que buscaban libertad religiosa.