Política exterior: Jaime I siguió una política de paz con España, que era impopular entre muchos en el Parlamento que querían un enfoque más agresivo ante la amenaza española.
Cuestiones financieras: Jaime I heredó una gran deuda de su predecesora, la reina Isabel I, y luchó por equilibrar el presupuesto. Impuso nuevos impuestos y tasas, lo que enfureció a muchos en el Parlamento.
Cuestiones constitucionales: Jaime I creía en el poder absoluto de la monarquía, mientras que el Parlamento buscaba hacer valer su propia autoridad. No estaban de acuerdo sobre el alcance de la prerrogativa del rey, el papel del Parlamento en la elaboración de leyes y la independencia del poder judicial.