¿Qué haces cuando descubres que todos tus parientes muertos y enterrados hace mucho tiempo no mueren sino que permanecen contigo a través de la momificación natural? Vas a imitar el proceso. Así surgió hace siete mil años un vivo culto a la muerte entre los cazadores-recolectores del desierto de Atacama en Chile. Los investigadores escriben sobre esto en la revista científica PNAS esta semana.
Los antiguos egipcios son unos de los defensores del tratamiento y envoltura de sus muertos. El resultado es una momia, un cuerpo bien conservado de un difunto. Pero los egipcios lo empezaron relativamente tarde.
Un grupo de cazadores-recolectores conocido como la cultura Chinchurro, que vivió en el desierto de Atacama en Chile, practicó el arte de la momificación hace entre siete y ocho mil años. Fueron los primeros en intentar preservar a sus muertos de esta forma.
Pero, ¿cómo surgió este uso? Los investigadores de PNAS tienen una idea. El desierto costero de Atacama es uno de los desiertos más antiguos y secos del mundo. Pequeños arroyos de agua de deshielo de las cercanas Cordilleras de los Andes permitieron al pueblo Chinchurro sobrevivir. Según los investigadores, debido, entre otras cosas, al aumento de las precipitaciones, al aumento del nivel freático y a inventos como mejores anzuelos y arpones, hace unos siete mil años se produjo incluso una explosión demográfica.
Más muertos que vivos
A medida que la población crecía y cada vez más gente se adentraba en el desierto para enterrar a sus muertos, vieron algo especial. Los cadáveres no perecieron en la arena completamente seca del desierto, sino que lentamente se secaron hasta convertirse en una "momia natural" que aún es reconocible para sus familiares. Con el tiempo, debido al crecimiento demográfico, hubo muchas más momias que personas vivas. Los Chinchurros probablemente enterraban a sus muertos cerca de casa, por lo que cada miembro de la comunidad se enfrentaba a muchas momias durante su trabajo diario.
En muchas culturas antiguas, los muertos son parte de la comunidad hasta que el cuerpo ha fallecido por completo. En el caso de la cultura Chinchurro, esta visión puede haber surgido relativamente temprano, porque las momias eran literalmente parte del paisaje natural. La presencia continua de todos los muertos, aunque en un estado físico diferente, puede haber influido en gran medida en la forma en que los vivos pensaban sobre la muerte. Esto permitió un grado particularmente alto de complejidad cultural para esa época.
Los investigadores plantean la hipótesis de que los Chinchurros comenzaron a fabricar sus propias momias hace unos 7.000 años porque querían reflejar su entorno natural. Al principio momificaban sólo a bebés y niños, más tarde también a adultos. Esto sugiere que el culto a los antepasados originalmente no jugó ningún papel en la momificación. Más tarde incluso se desarrollaron diferentes métodos para preservar lo mejor posible a los muertos. También decoraron las momias con tintes y cabello humano. No está del todo claro si la momificación, además de una reflexión sobre el entorno natural, tenía un significado religioso o simbólico.
Hace unos 4.400 años terminó la momificación artificial en Atacama. Los datos de los investigadores muestran que los cambios climáticos, incluida una fuerte caída de las precipitaciones en los Andes, hicieron que el medio ambiente fuera significativamente menos habitable. También disminuyó la cantidad de alimentos disponibles en el mar. Según los investigadores, esto se debería a la llegada periódica de una corriente cálida del golfo, que ahora llamamos El Niño.