Retrato de Madame de Pompadour
Convertirse en mujer del rey había representado la mayor aspiración, no tan oculta, de Jeanne-Antoinette Poisson. desde pequeña, también gracias a su madre que siempre la animó a hacerlo aprovechando la ambición natural de su hija y sus indudables cualidades intelectuales y físicas.
Una vez adulta, después de haber realizado los mejores estudios, haber aprendido buenos modales y haberse casado, por conveniencia, con el hombre adecuado, sólo le quedaba una cosa por hacer a la bella y astuta Reinette, ella, como ella, fue llamada cariñosamente por familiares y amigos cercanos:para encontrarse "casualmente" con el soberano y deslumbrarlo con sus propias gracias.
Evidentemente, los primeros encuentros entre los dos futuros amantes no tuvieron nada de casual, ya que Juana Antonieta estudió la situación en detalle y sólo cuando se sintió segura de sí misma decidió implementar el "plan de enganche".
Así fue que un día, mientras se encontraba realizando una de las habituales cacerías que tanto le fascinaban, Luis XV se topó con una chica encantadora toda vestida de rosa que conducía un elegante cochecito azul; una ropa en marcado contraste con los medios de transporte, había pensado Poisson inteligentemente, habría sido más llamativa y el alcalde de Francia no pudo evitar notarla, y así fue.
Mujeriego siempre incorregible, Luis XV quedó prácticamente impresionado por aquella presencia inesperada y amable, que al segundo encuentro "casual" se presentó vestido de azul en una calesa rosa; No pasó mucho tiempo para pasar de apariciones tan fugaces a los primeros acercamientos, al repentino florecimiento de una relación intensa pero no siempre fácil, tanto porque Reinette era una simple burguesa, tanto por el título que la joven siempre había codiciado, el de maitresse du roi ella (la amante del rey), no despertó gran simpatía ni en la corte ni entre el pueblo.