Cho, que tenía antecedentes de problemas de salud mental, había sido denunciado a la policía del campus y a un equipo de evaluación de amenazas de la universidad en varias ocasiones en los meses previos a la masacre. Sin embargo, la universidad no tomó ninguna medida para sacarlo del campus o internarlo involuntariamente en un centro de salud mental.
Los tiroteos comenzaron aproximadamente a las 7:15 a. m., cuando Cho entró en West Ambler Johnston Hall y comenzó a disparar a los estudiantes en un dormitorio. En este ataque murieron dos personas. Luego, Cho salió del dormitorio y se dirigió a Norris Hall, donde continuó filmando. Mató a 30 personas e hirió a otras 17 antes de suicidarse.
La masacre de Virginia Tech conmocionó y horrorizó a la nación. Después del tiroteo, se pidieron leyes de control de armas más estrictas y mejores exámenes de salud mental para los estudiantes universitarios. La universidad también enfrentó críticas por su manejo de los problemas de salud mental de Cho.
La masacre de Virginia Tech es un trágico recordatorio de los peligros de la violencia armada y la importancia de la atención de la salud mental. Es una historia que nunca debe olvidarse.