Así es como funcionaron las tácticas de manada de lobos:
1. Detección: Los submarinos buscarían convoyes aliados utilizando diversos medios, como intercepciones de radio, reconocimiento aéreo e informes de estaciones meteorológicas.
2. Comunicación: Una vez localizado un convoy, el comandante del submarino transmitiría su posición y otra información relevante a otros submarinos en el área mediante mensajes de radio cifrados.
3. Formación: Los submarinos formarían entonces una formación de ataque coordinada, normalmente en línea o en formación escalonada. Esto les permitió cubrir un área más amplia y mejorar sus posibilidades de interceptar el convoy.
4. Ataque: Luego, los submarinos lanzarían sus ataques con torpedos contra el convoy, con el objetivo de hundir tantos buques mercantes como fuera posible. Por lo general, apuntaban a los barcos líderes o rezagados, ya que eran más vulnerables.
5. Maniobras: Los submarinos utilizarían maniobras evasivas para evitar ser detectados por las escoltas del convoy, como destructores y corbetas. A menudo se sumergían bajo la superficie o usaban cortinas de humo para ocultarse.
6. Coordinación: Los comandantes de los submarinos mantendrían comunicación durante todo el ataque, coordinando sus movimientos y compartiendo información sobre la posición y las defensas del convoy.
7. Retiro: Una vez completado el ataque, los submarinos se retirarían de la zona y se dispersarían para evitar ser detectados.
Las tácticas Wolfpack demostraron ser muy efectivas en las primeras etapas de la guerra, cuando los aliados no estaban preparados para este enfoque coordinado. Sin embargo, a medida que avanzaba la guerra, los aliados desarrollaron tácticas y tecnologías antisubmarinas mejoradas, como radar, sonar y patrullas aéreas de largo alcance, lo que hizo que los ataques de manadas de lobos fueran más difíciles de ejecutar con éxito.