1. Largas jornadas laborales: A menudo se exigía a los trabajadores que trabajaran muchas horas, normalmente de 12 a 14 horas al día, seis días a la semana. La jornada laboral normalmente comenzaba antes del amanecer y continuaba hasta mucho después del atardecer. Los agotadores horarios de trabajo dejaban poco tiempo a los trabajadores para descansar o pasar tiempo con sus familias.
2. Condiciones de trabajo inseguras: Las fábricas eran a menudo entornos peligrosos y carecían de normas de seguridad adecuadas. La maquinaria no estaba vigilada, la ventilación era deficiente y la exposición a sustancias químicas y peligrosas era común. Los accidentes y lesiones eran frecuentes y había pocas disposiciones para la seguridad o compensación de los trabajadores.
3. Tareas repetitivas y monótonas: El trabajo en las fábricas a menudo implicaba tareas muy repetitivas y monótonas. Los trabajadores realizarían la misma acción una y otra vez, como operar una máquina o ensamblar una pieza. Esta repetición podría provocar aburrimiento, fatiga mental y una sensación de alejamiento del trabajo.
4. Trabajo infantil: El trabajo infantil estuvo muy extendido durante la Revolución Industrial. En las fábricas se empleaba a niños de tan solo cinco o seis años, realizando diversas tareas, entre ellas limpieza, cuidado de máquinas y trabajos en condiciones peligrosas.
5. Mal salario: Los trabajadores de las fábricas generalmente recibían salarios muy bajos, apenas suficientes para sobrevivir. A las mujeres y los niños a menudo se les pagaba incluso menos que a los hombres, lo que contribuía a la pobreza generalizada entre la clase trabajadora.
6. Falta de seguridad laboral: La seguridad laboral era limitada y los trabajadores podían ser despedidos en cualquier momento debido a fluctuaciones en la demanda, avances tecnológicos o crisis económicas.
7. Trato injusto y falta de derechos: Los trabajadores tenían pocos o ningún derecho o protección en el lugar de trabajo. Estaban sujetos a reglas y castigos arbitrarios, despidos injustificados y falta de representación o voz en el lugar de trabajo.
Estas condiciones provocaron un descontento generalizado entre los trabajadores de las fábricas, que culminó en numerosas protestas, huelgas y movimientos por mejores condiciones laborales y derechos de los trabajadores.