1.Ventisca:
Las severas tormentas invernales con fuertes nevadas y un frío cortante fueron una amenaza importante para los pioneros. Al carecer de equipo adecuado para el frío, corrían el riesgo de sufrir congelación, hipotermia e incluso la muerte.
2.Tormentas de granizo:
Otro peligro eran las impredecibles tormentas de granizo. Las piedras de granizo de gran tamaño podrían dañar las cubiertas de los vagones y los suministros e incluso provocar lesiones.
3.Incendios de hierba:
Los meses secos de verano trajeron consigo la amenaza constante de incendios de pasto, provocados de forma natural por la caída de rayos o accidentalmente por actividades humanas. Estos incendios se propagarían rápidamente, amenazando las caravanas y sus provisiones.
4.Inundaciones de ríos:
Cruzar ríos importantes, como los ríos Platte y Snake, era una tarea peligrosa debido a las fluctuaciones impredecibles de los niveles del agua. Las inundaciones repentinas y las corrientes rápidas plantearon un riesgo importante de ahogamiento.
5.Brotes de enfermedades:
En vagones abarrotados, las enfermedades se propagan rápidamente, con poco acceso a atención médica o saneamiento adecuado. El cólera y la disentería fueron algunas de las enfermedades más prevalentes que devastaron a muchas familias pioneras.
6.Tormentas:
Las tormentas repentinas no sólo presentaban riesgo de rayos e incendios, sino que también podían convertir los senderos embarrados de la pradera en atolladeros intransitables, deteniendo el avance de las caravanas.
7.Sequía:
Las vastas extensiones de las Grandes Llanuras plantearon el desafío de la sequía, lo que provocó escasez de agua y pastoreo deficiente para el ganado. Los pioneros a menudo tuvieron que racionar el agua y buscar fuentes alternativas durante estos períodos.
8.Avalancha:
Cruzar los pasos de montaña, especialmente durante el deshielo primaveral, expuso a los pioneros a la amenaza de avalanchas y desprendimientos de rocas, que podrían bloquear el camino y causar retrasos importantes.
9.Infestaciones de insectos:
Los insectos, incluidos mosquitos, moscas y jejenes, eran una molestia constante para los pioneros, causaban malestar y propagaban enfermedades.
Estos desastres naturales exigieron una resiliencia y adaptabilidad extraordinarias por parte de los pioneros que se aventuraron a lo largo del riguroso sendero de Oregón.