Greene dividió su ejército en unidades pequeñas y de gran movilidad que atacarían las líneas de comunicación británicas, interrumpirían sus suministros y los mantendrían desequilibrados. Evitó la confrontación directa con las fuerzas británicas más grandes y se centró en atacar unidades aisladas y cortar sus líneas de suministro. Esta estrategia resultó eficaz ya que agotó los recursos británicos e infligió daños importantes al tiempo que minimizó las bajas en el lado estadounidense.
Al utilizar tácticas de guerrilla y combinarlas con otras estrategias como las tácticas fabianas y las retiradas estratégicas, Greene pudo debilitar a las fuerzas británicas y recuperar gradualmente el control de las Colonias del Sur. Su uso de la guerra de guerrillas contribuyó a su éxito en las batallas fundamentales de Guilford Court House y Eutaw Springs, que finalmente llevaron a la rendición británica en la batalla de Yorktown en 1781.