La Batalla de Salamina fue una batalla naval fundamental librada entre el Imperio Persa y una alianza griega de ciudades-estado en el 480 a. C. durante las Guerras Greco-Persas. Fue la segunda gran batalla tras la victoria persa en las Termópilas y tuvo lugar en el estrecho entre el continente griego y la isla de Salamina.
El plan persa
El rey persa, Jerjes I, pretendía conquistar Grecia y ordenó a su enorme armada, liderada por fenicios y jonios, bloquear la flota griega y atraparla en el estrecho de Salamina. La flota persa era muy superior en número a la fuerza griega.
La estrategia griega
El comandante griego, Temístocles, se dio cuenta de que enfrentarse a la poderosa flota persa en aguas abiertas sería desastroso. Ideó una estrategia para atraer a los barcos persas hacia el estrecho, explotando su ventaja numérica en su beneficio.
La batalla comienza
En vísperas de la batalla, Temístocles envió un mensaje falso a Jerjes, indicando la intención de la flota griega de escapar durante la noche. Jerjes cayó en la trampa y ordenó a su flota acercarse a las posiciones griegas, sellando la entrada al estrecho.
Atrapado en el Estrecho
Con sus rutas de escape cortadas, los barcos griegos maniobraron dentro de las estrechas aguas del estrecho, obteniendo ventaja sobre las galeras persas, mucho más grandes. Los griegos utilizaron su conocimiento superior de las aguas locales y del fondo marino poco profundo a su favor, obstaculizando los movimientos de los barcos persas.
Tácticas navales griegas
La flota griega empleó una maniobra táctica llamada "diekplous", donde embistieron sus proas de bronce contra los lados vulnerables de los barcos persas. Los griegos estaban equipados con armamento más pesado, incluidas armaduras de bronce y arietes con punta de bronce de calidad superior.
El punto de inflexión
La batalla de Salamina alcanzó su punto máximo cuando un barco griego al mando de Aristómenes desde la isla de Cos chocó contra el buque insignia del comandante fenicio Artemisia. La destrucción del barco de Artemisia desmoralizó a las fuerzas persas y la situación benefició a los griegos.
Caos persa y retirada
La flota persa, en desorden, luchaba por maniobrar dentro del estrecho estrecho. Sus barcos chocaron entre sí, mientras los arietes griegos rompían repetidamente sus cascos. Al darse cuenta del desastre inminente, Jerjes ordenó una retirada y la flota persa se vio obligada a retirarse hacia el Helesponto.
Las consecuencias
La batalla de Salamina fue una victoria griega decisiva, que hizo añicos las ambiciones de Jerjes de conquistar Grecia. Los restos destrozados de la flota persa buscaron refugio en Asia Menor, y el propio Jerjes se retiró a su capital, dejando a su general Mardonio para luchar contra los griegos en una batalla terrestre final en Platea.
La victoria griega en Salamina marcó un importante punto de inflexión en las guerras greco-persas. Dio esperanza e inspiración a las ciudades-estado griegas, demostrando que incluso contra obstáculos abrumadores, su unidad y pensamiento estratégico podían prevalecer contra un adversario poderoso.