Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, en un esfuerzo por obligar a Japón a rendirse. Las bombas mataron a cientos de miles de personas y causaron una devastación generalizada. El gobierno japonés finalmente aceptó rendirse el 15 de agosto de 1945, después de que la Unión Soviética declarara la guerra a Japón.
Entonces, si bien hubo negociaciones entre Estados Unidos y Japón antes de que se lanzaran las bombas atómicas, esas negociaciones no fracasaron. Fue el lanzamiento de las bombas lo que finalmente condujo a la rendición de Japón.