Estados Unidos impuso un embargo a Japón después de la invasión japonesa de Manchuria en 1931. Este embargo era integral y cubría todas las exportaciones estadounidenses a Japón, incluido el petróleo y el acero.
Se impuso como una forma de castigar a Japón y evitar nuevas agresiones en Asia. Estas sanciones económicas fueron sólo un éxito parcial, ya que no impidieron que los japoneses invadieran China y continuaran con sus políticas de inmigración en la región.