Un gran mercado interno. Estados Unidos tenía una población en rápido crecimiento, lo que creó una gran demanda de bienes y servicios. Esta demanda ayudó a estimular el crecimiento de las fábricas y otras empresas industriales.
Una infraestructura bien desarrollada. Estados Unidos tenía una red de carreteras, canales y ferrocarriles que permitían el transporte eficiente de bienes y materiales. Esta infraestructura ayudó a conectar las fábricas con sus proveedores y clientes, y también hizo posible que las empresas expandieran sus operaciones a nuevos mercados.
Una gran reserva de mano de obra calificada. Estados Unidos atrajo a trabajadores calificados de todo el mundo, que trajeron consigo sus conocimientos y experiencia en las últimas técnicas industriales. Esta afluencia de mano de obra calificada ayudó a impulsar el crecimiento del sector industrial estadounidense.
Un sistema de patentes sólido. El gobierno de Estados Unidos otorgó patentes a los inventores, lo que protegió su propiedad intelectual y fomentó la innovación. Esto ayudó a crear un entorno propicio para el desarrollo de nuevas tecnologías y productos.