El 14 de abril de 1865, el presidente Abraham Lincoln fue asesinado en el Teatro Ford en Washington, D.C. por John Wilkes Booth, un simpatizante confederado. La muerte de Lincoln se produjo pocos días después de la rendición del general confederado Robert E. Lee en el Palacio de Justicia de Appomattox, poniendo fin efectivamente a la Guerra Civil.
El asesinato de Lincoln tuvo un profundo impacto en la nación y aumentó aún más las tensiones entre el Norte y el Sur. El Norte estaba indignado y afligido, mientras que el Sur estaba consternado y dividido. Muchos en el Sur vieron el acto de Booth como un acto heroico, mientras que otros lo condenaron como un asesinato brutal.
El asesinato también tuvo un impacto significativo en la era de la Reconstrucción. Con la partida de Lincoln, ya no había un líder claro que guiara al país a través del proceso de reconstrucción. Como resultado, la era de la Reconstrucción fue una época de gran agitación y conflicto, mientras el Norte y el Sur luchaban por llegar a un acuerdo con la guerra y sus secuelas.