* Muerte y lesiones: La fuerza de la explosión de una bomba podría provocar que los soldados salieran despedidos de la trinchera o quedaran enterrados entre los escombros, lo que provocaría lesiones graves o la muerte. Incluso los soldados que se encontraban relativamente lejos del lugar de la explosión podrían sufrir heridas de metralla, ya que fragmentos del proyectil u otros objetos penetraron en su piel. La naturaleza cerrada de las trincheras significó que las ondas explosivas de las bombas estuvieran contenidas, aumentando la probabilidad de lesiones graves o muerte.
* Daños al equipo: Las bombas que explotaron cerca o dentro de las trincheras podrían dañar o destruir equipos como armas, municiones y sistemas de comunicaciones. Esto podría perturbar gravemente las operaciones militares de la unidad que ocupa la trinchera, dificultándoles defenderse o desempeñar sus funciones con eficacia.
* Destrucción de la trinchera: Los impactos directos de bombas más grandes podrían causar grandes daños a las trincheras, destruyendo los refugios, derrumbando las paredes y llenándolas de escombros. Esta interrupción del sistema de trincheras dificultaba que los soldados se movieran, se cubrieran o montaran una defensa eficaz, lo que potencialmente daba al enemigo una ventaja en la batalla.
La combinación de estos efectos hizo que estar colocado en una trinchera fuera una experiencia peligrosa, exponiendo constantemente a los soldados a la amenaza de lesiones graves o la muerte por los bombardeos enemigos.