El trabajo en las minas era muy difícil. Los mineros solían trabajar de 10 a 12 horas al día, de 6 a 7 días a la semana. Trabajaban en túneles estrechos, oscuros y mal ventilados, y estaban constantemente expuestos a gases y polvo peligrosos. El trabajo también era muy peligroso. Los mineros a menudo resultaban heridos o muertos por derrumbes, explosiones y otros accidentes.
Las condiciones de vida en los campamentos mineros también eran muy difíciles. Los hombres vivían a menudo en barracones hacinados e insalubres. A menudo dormían por turnos, con un grupo de hombres trabajando mientras el otro grupo dormía. Los barracones a menudo estaban infestados de piojos y chinches, y los hombres a menudo padecían enfermedades como el tifus y la malaria.
También hubo una amenaza constante de violencia en los campamentos mineros. Los hombres a menudo iban armados con pistolas o cuchillos y rápidamente resolvían las disputas con violencia. Las peleas eran comunes y los tiroteos no eran infrecuentes.
A pesar de las dificultades y peligros, muchos hombres optaron por trabajar en los campos mineros. El trabajo estaba bien pagado y ofrecía la oportunidad de hacerse rico. Para algunos hombres, los campos mineros eran también un lugar para escapar de la ley o comenzar una nueva vida.
Los campos mineros del Salvaje Oeste fueron una parte única e importante de la historia estadounidense. Eran un lugar de oportunidades, pero también un lugar de grandes dificultades y peligros.