Durante los siglos XVI y XVII, los ingleses comenzaron a explorar la costa de América del Norte en busca de una ruta hacia Asia. En 1497, John Cabot reclamó Terranova para Inglaterra, pero no fue hasta principios del siglo XVII que los ingleses comenzaron a establecer asentamientos permanentes.
El primer asentamiento inglés permanente en América del Norte fue Jamestown, Virginia, fundado en 1607. Los colonos fueron enviados por la Compañía Virginia de Londres, que había recibido una carta real del rey Jaime I de Inglaterra en 1606. Esta carta dio a la empresa el derecho a establecer colonias en América del Norte, así como los derechos exclusivos a comerciar con los pueblos nativos de la región.
Entre 1606 y 1620, el gobierno inglés emitió un total de ocho cartas reales a diferentes grupos de colonos. Estas cartas otorgaron a los colonos la autoridad legal para establecer asentamientos, construir puestos comerciales y gobernarse a sí mismos. Las cartas también otorgaron a los colonos ciertos derechos y privilegios, como el derecho a la libertad de religión y el derecho a poseer propiedades.
Las cartas reales fueron una parte importante del proceso de colonización inglesa en América del Norte. Dieron a los colonos la autoridad legal para establecer asentamientos permanentes y también les otorgaron ciertos derechos y privilegios. Las cartas reales ayudaron a garantizar que las colonias inglesas lograran establecerse en América del Norte.