Discriminación laboral: A muchos afroamericanos se les negaron empleos en empresas de propiedad blanca, o se les pagaron salarios más bajos que a los trabajadores blancos por el mismo trabajo. Esta discriminación dificultó que los afroamericanos pudieran ganarse la vida dignamente y generar riqueza.
Segregación residencial: Los afroamericanos a menudo se vieron obligados a vivir en barrios segregados, que a menudo estaban superpoblados y carecían de servicios básicos. Esta segregación dificultó el acceso de los afroamericanos a buenas escuelas, empleos y atención médica.
Privación de derechos políticos: A muchos afroamericanos se les negó el derecho al voto, ya sea mediante barreras legales como impuestos electorales y pruebas de alfabetización, o mediante intimidación y violencia. Esta privación de derechos impidió que los afroamericanos tuvieran voz en el proceso político y abogaran por políticas que los beneficiaran.
Desigualdad educativa: Los afroamericanos a menudo tenían acceso a una educación inferior en comparación con los estudiantes blancos. Esta desigualdad dificultó que los afroamericanos obtuvieran una buena educación y compitieran por buenos empleos.
Brutalidad policial y encarcelamiento masivo: Los afroamericanos a menudo fueron objeto de brutalidad policial y encarcelamiento masivo, que los afectó de manera desproporcionada en comparación con los estadounidenses blancos. Esto provocó una falta de confianza entre los afroamericanos y las fuerzas del orden, y dificultó que los afroamericanos se sintieran seguros en sus comunidades.
Estas son sólo algunas de las muchas limitaciones que enfrentaron los afroamericanos cuando se mudaron a las ciudades del norte durante la Gran Migración. Estas limitaciones dificultaron que los afroamericanos se integraran plenamente en la sociedad estadounidense y lograran el éxito económico y social. Si bien se han logrado avances desde entonces, los desafíos que enfrentan los afroamericanos hoy están directamente relacionados con estas limitaciones históricas.