1. Capital y Monarca: La capital del Reino de Israel fue Samaria, y su primer gobernante fue Jeroboam I, mientras que la capital del Reino de Judá siguió siendo Jerusalén, con Roboam como su monarca.
2. Diferencias religiosas: El Reino de Israel estableció sus propios centros y prácticas religiosas, incluida la adoración del becerro de oro y la construcción de templos en Betel y Dan. En contraste, el Reino de Judá mantuvo el templo en Jerusalén como el principal centro de adoración.
3. Inestabilidad política: Ambos reinos experimentaron inestabilidad política y enfrentaron amenazas de naciones vecinas, como los arameos y los egipcios. También hubo frecuentes conflictos y batallas entre los dos reinos.
4. Caída y cautiverio: El Reino de Israel cayó en manos de los asirios en 722 a. C., lo que provocó el exilio y la dispersión de su pueblo (conocido como la diáspora israelita). El Reino de Judá duró más, pero fue conquistado por los babilonios en 586 a. C., lo que provocó la destrucción del Primer Templo en Jerusalén y el exilio babilónico de sus habitantes.
5. Legado: La división de Israel tuvo un profundo impacto en la historia del pueblo judío. Marcó el fin de la monarquía unida establecida por el rey David e influyó en el desarrollo de sus prácticas, creencias y cultura religiosas. La división también moldeó su relación con otras naciones y dejó un legado duradero en la identidad y herencia judía.