En los Estados Unidos, los prisioneros de guerra normalmente recibían una ración diaria de 2.800 calorías, que se consideraba suficiente para mantener un peso saludable. Esta ración incluía una variedad de alimentos, como pan, carne, verduras y frutas. Los prisioneros de guerra también tuvieron acceso a atención médica y se les permitió participar en actividades recreativas.
Por el contrario, los prisioneros de guerra retenidos por Alemania a menudo estaban sujetos a desnutrición grave y hambre. La ración diaria proporcionada a los prisioneros de guerra en los campos alemanes a menudo era tan baja como 1.000 calorías, muy por debajo de la cantidad necesaria para mantener un peso saludable. Como resultado, muchos prisioneros de guerra perdieron una cantidad significativa de peso y sufrieron desnutrición. Además, a los prisioneros de guerra en los campos alemanes a menudo se les negaba el acceso a atención médica y se los sometía a duras condiciones laborales.
El trato a los prisioneros de guerra en los campos japoneses también fue extremadamente duro. Por lo general, a los prisioneros de guerra se les daba una ración diaria de sólo 500 calorías, que apenas era suficiente para sustentarse con vida. Además, los prisioneros de guerra en los campos japoneses a menudo eran obligados a realizar trabajos forzados y sometidos a torturas y otras formas de malos tratos.
Como resultado de las malas condiciones en las que fueron retenidos, millones de prisioneros de guerra murieron durante la Segunda Guerra Mundial. La gran mayoría de estas muertes se debieron a la desnutrición, el hambre y las enfermedades.