- Restricciones comerciales: Las colonias británicas debían comerciar casi exclusivamente con Gran Bretaña y otras colonias británicas. Esto significaba que tenían que vender sus productos a Gran Bretaña a precios fijos y, a cambio, comprar productos manufacturados británicos.
- Aranceles y derechos: El gobierno británico impuso aranceles (impuestos) a los bienes importados desde fuera del Imperio Británico, lo que hizo que fuera más barato comprar bienes de Gran Bretaña. Esto ayudó a las empresas británicas a mantener una ventaja competitiva.
- Monopolios: El gobierno británico otorgó monopolios a determinadas empresas, otorgándoles derechos exclusivos para comerciar en determinados bienes o regiones. Esto permitió a las empresas británicas maximizar sus beneficios sin competencia.
- Actos de Navegación: El gobierno británico promulgó una serie de leyes de navegación para controlar el comercio y el transporte marítimo en las colonias. Estas leyes garantizaron que las mercancías sólo pudieran transportarse en barcos británicos, beneficiando aún más a las compañías navieras y comerciantes británicos.
- Ventas de terrenos: Las colonias británicas vendieron tierras a colonos y empresas de Gran Bretaña. Esto aumentó la cantidad de dinero disponible para las colonias, que podría invertirse en el desarrollo de economías e infraestructuras locales.
Al implementar estas estrategias, las empresas británicas podrían obtener importantes beneficios de las colonias que patrocinaban, contribuyendo al crecimiento y la prosperidad del Imperio Británico.