La ira pública creció a medida que las semanas se convirtieron en meses y Carter fue criticado por no poder conseguir la liberación de los rehenes. Sus índices de aprobación disminuyeron drásticamente, cayendo al 22% en marzo de 1980, y muchos observadores creyeron que la crisis de los rehenes finalmente le costó a Carter la elección presidencial frente a Ronald Reagan.
La crisis también resultó en un cambio en la forma en que Estados Unidos abordó las crisis internacionales. A raíz de la crisis de los rehenes, Estados Unidos estuvo más dispuesto a utilizar la fuerza militar para proteger sus intereses en el extranjero, lo que resultó en la invasión estadounidense de Granada en 1983.