El Frente Occidental se caracterizó por una extensa guerra de trincheras, en la que ambos bandos construyeron elaborados sistemas de trincheras y fortificaciones para defender sus posiciones. Los combates fueron muy intensos y a menudo provocaron numerosas bajas, especialmente durante ofensivas a gran escala como la Batalla del Somme y la Batalla de Verdún.
El Frente Occidental también se destacó por el uso de nuevas tecnologías y tácticas militares, como tanques, aviones y armas químicas, que tuvieron impactos significativos en la conducción de la guerra.
El Frente Occidental siguió siendo el teatro de operaciones dominante y decisivo durante la Primera Guerra Mundial hasta la ofensiva aliada final, conocida como la Ofensiva Mosa-Argonne, que condujo al armisticio y a la eventual derrota de Alemania en noviembre de 1918.