Mejoras en la aplicación de la ley:a medida que la frontera estadounidense se expandió y se establecieron asentamientos, las agencias encargadas de hacer cumplir la ley, como el Servicio de Alguaciles de los EE. UU. y las oficinas de los alguaciles locales, se volvieron más organizadas y efectivas. Los sistemas mejorados de transporte y comunicación permitieron a los agentes de la ley rastrear y detener a los delincuentes de manera más eficiente.
Desarrollo económico y urbanización:el rápido crecimiento económico de Occidente trajo una afluencia de colonos, empresas e infraestructura, lo que condujo al establecimiento de pueblos, ciudades y comunidades respetuosas de la ley. A medida que la frontera se fue poblando, las oportunidades para que operaran los forajidos disminuyeron.
Avances tecnológicos:A finales del siglo XIX se introdujeron nuevas tecnologías como el telégrafo, el teléfono y los ferrocarriles. Estos avances aceleraron las comunicaciones y el transporte, lo que permitió a los agentes de la ley coordinar esfuerzos y responder a los delitos con rapidez.
Oportunidades económicas y medios de vida alternativos:a medida que Occidente se desarrolló y diversificó, surgieron nuevas oportunidades económicas y formas alternativas de ganarse la vida, lo que redujo el incentivo para que las personas recurrieran a actividades delictivas. Muchos ex forajidos optaron por establecerse, formar familias o buscar trabajos legítimos.
Cambios culturales y sociales:los valores y actitudes cambiantes de la sociedad también contribuyeron a la disminución de la ilegalidad. A medida que Occidente se volvió más civilizado, la idealización de los forajidos se desvaneció y el comportamiento respetuoso de la ley se convirtió en la norma social.
A pesar de resistencias ocasionales, estos factores contribuyeron colectivamente al declive gradual y eventual desaparición de los forajidos en el oeste americano a principios del siglo XX.