Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética surgieron como las dos superpotencias globales dominantes. La rivalidad entre los dos países se desarrolló en diversas áreas, incluidas las esferas militar, política, económica e ideológica. La Guerra Fría se caracterizó por períodos de tensión y confrontación, marcados por acumulaciones militares, guerras por poderes, carreras armamentistas y crisis diplomáticas.
La ruptura de la alianza entre Estados Unidos y Rusia puede atribuirse a varios factores, incluidas diferencias ideológicas, rivalidades geopolíticas y competencia por la influencia global. Las políticas expansionistas de la Unión Soviética y su apoyo a los movimientos comunistas en todo el mundo chocaron con el compromiso de Estados Unidos con la democracia y el capitalismo. Las ideologías políticas y capacidades militares opuestas de los países llevaron a una mayor sensación de sospecha y desconfianza mutuas.
Al final, la Guerra Fría terminó con la disolución de la Unión Soviética en 1991. Desde entonces, la relación entre Rusia y Estados Unidos ha experimentado cambios significativos, marcados por períodos de cooperación y tensión.