Historia de Europa

Indulgencias, pasaportes para llevar el alma al Paraíso

Según la RAE, las indulgencias son la remisión ante Dios de la pena temporal correspondiente a los pecados ya perdonados, que se obtiene por mediación de la Iglesia, y según la etimología proviene del latín indulgentia. (benevolencia, bondad o exención de algo, siempre de un superior a un inferior), nombre derivado del verbo indulgeo (ser indulgente o conceder). Una vez establecidas las bases, entremos en la cuestión histórica.

Indulgencias, pasaportes para llevar el alma al Paraíso

Los primeros antecedentes de la práctica de las indulgencias se remontan al siglo III, cuando las penitencias impuestas por los pecados considerados especialmente graves eran muy severas. Así, para recuperar la oveja descarriada, se fue reduciendo progresivamente la duración y severidad de las penas impuestas, sólo a determinadas personas recuperables por la causa y que, a cambio de esa reducción, realizaban determinadas acciones (romería, mortificación, ayuno). .. ) o prestación de servicios, como la primera indulgencia plenaria concedida por el Papa Urbano II en el siglo XI a quienes participaron en aquella Primera Cruzada contra los infieles. Miles y miles de cristianos de todas las clases y condiciones tomaron la cruz al grito de...

Dios lo quiere.

A partir del siglo XII, la práctica de las indulgencias comenzó a extenderse por toda la Iglesia y, de paso, a pervertir su espíritu hasta convertirse en un auténtico mercado para obtener financiación y compradores el perdón de sus pecados. Pero Sixto IV fue un poco más allá...

Quienes murieron a la luz de la caridad de Cristo pueden recibir ayuda de las oraciones de los vivos. Y no sólo eso. Si se dan limosnas para las necesidades de la Iglesia, las almas obtendrán la indulgencia de Dios.

Hasta la fecha, los beneficiarios de las indulgencias eran los vivos, pero ahora los vivos podían comprar un billete en un crucero de lujo para que sus difuntos abandonaran el terrorífico purgatorio, donde se redimían las penas, y llegaran al paraíso celestial. Otra ventaja de este mercado, a diferencia de otros Papas que vendían reliquias más falsas que Judas o obtenidas del saqueo de tumbas de santos, era que al no dar nada a cambio era un producto inagotable. Una legión de sacerdotes recorrió ciudades y pueblos vendiendo humo que los temerosos de Dios compraban en beneficio de sus difuntos...

pasaportes para llevar el alma al paraíso

En 1517, el dominico Johannes Tetzel estaba de gira por Alemania como vendedor ambulante, recaudando fondos para el Papa León X mediante la venta de indulgencias. Se pueden comprar de dos tipos:a posteriori , que liberó el alma de un ser querido del purgatorio y a priori , por pecados futuros que puedas cometer. Ante esta inmoralidad, el 31 de octubre de 1517 Lutero Clavó en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg sus 95 tesis atacando el mercantilismo de la salvación de las almas. Además, utilizando la última tecnología, la imprenta, consiguió dar a conocer su tesis en toda Europa en apenas dos meses. Aunque en un principio Leo X no le prestó mucha atención a aquel loco solitario, la buena acogida que tuvo, sobre todo en el centro y norte de Europa, le obligó a tomar cartas en el asunto antes de quebrar el negocio. En 1521 publicó la bula Decet Romanum Pontficem en el que excomulgó a Lutero . Lejos de poner freno al conflicto, las tesis de Lutero sirvieron para proponer una reforma de la Iglesia desde varios países europeos. De este movimiento nacería la llamada Reforma Protestante que conduciría al cisma de la Iglesia Católica, origen del protestantismo (principalmente luteranismo y calvinismo).

Indulgencias, pasaportes para llevar el alma al Paraíso

Pero también hubo algún comprador que dejó al vendedor de indulgencias sereno y sin… dinero. El Conde de Villamediana, Juan de Tassis , escuchó atentamente una homilía en la que el párroco abordó el tema de las almas que vagan por el purgatorio y cómo podrían ser liberadas de ese sufrimiento:una donación les permitiría viajar al cielo donde ya serían felices como perdices en primavera . Cuando terminó la Eucaristía, el conde se acercó a la sacristía y colocó una moneda de oro sobre la mesa del sacerdote. Éste, sorprendido por su fama de tacaño, le dijo...

Excelencia, acaba de sacar un alma del purgatorio.
Padre, ¿las almas que salen del purgatorio pueden regresar por alguna razón? -le preguntó el conde.

El sacerdote le dijo que una vez en el cielo ya no era posible volver al purgatorio. El conde tomó la moneda que aún estaba sobre la mesa y dijo…

Bueno, siendo ese el caso, ya no necesitarás esta moneda.