* Nació Benedict Joseph Labre en 1748 en Amettes, Francia, hijo de un granjero y un ama de casa.
* Demostró una profunda devoción a la religión desde temprana edad, dedicando mucho tiempo a la oración y asistiendo a misa con regularidad.
* Recibió una educación básica del sacerdote local, pero su amor por la soledad y la pobreza le impidieron realizar estudios superiores.
Prácticas espirituales tempranas
* Cuando era adolescente, Benito comenzó a practicar un ascetismo extremo, ayunando y durmiendo poco, y usando ropa hecha de material áspero.
* A menudo realizaba actos de automortificación, como flagelarse con un látigo.
* Se retiró de las interacciones sociales y pasó largas horas en oración y contemplación, a menudo en el bosque.
Rechazo por Órdenes Religiosas
* A la edad de 18 años, Benito intentó ingresar en la Orden Cartuja, pero fue rechazado debido a su mala salud.
* También trató de unirse a los jesuitas y trapenses, pero siempre fue rechazado.
* Estos rechazos profundizaron su sentimiento de indignidad y reforzaron su deseo de vivir una vida solitaria y austera.
Peregrinaciones y Deambulaciones
* En 1769, Benedicto dejó su hogar y comenzó una vida de constante peregrinación, viajando a los principales lugares religiosos de Francia, Italia, España y Portugal.
* Viajó a pie, a menudo descalzo, recorriendo miles de kilómetros, pidiendo comida y refugio a lo largo del camino.
* Pasó las noches durmiendo en cuevas, debajo de puentes o al aire libre, aceptando las dificultades de la pobreza y la falta de vivienda.
La vida en Roma y los últimos días
* A finales de la década de 1770, Benito se instaló en Roma, donde continuó su vida de extrema pobreza y ascetismo.
* Se hizo conocido por su extrema humildad, bondad hacia los pobres e intervenciones milagrosas.
* Se ganó una reputación de santidad, atrayendo a muchos seguidores y admiradores, incluidos varios cardenales y funcionarios de alto rango de la iglesia.
* Benito murió el 16 de abril de 1783, a la edad de 35 años. Su tumba en la Iglesia de Santa María ai Monti en Roma se convirtió en un lugar de peregrinación y veneración.