La pérdida de territorio tuvo profundas consecuencias para Alemania. Provocó el desplazamiento de millones de alemanes, que se vieron obligados a abandonar sus hogares y reasentarse en otras partes del país. La pérdida de valiosas regiones industriales y agrícolas también debilitó la economía de Alemania y contribuyó al aumento del desempleo y la pobreza.
Además de la pérdida de territorio, el Tratado de Versalles también impuso otras medidas punitivas a Alemania. Estos incluían el pago de reparaciones, la desmilitarización de Renania y la imposición de la culpa de guerra. Las reparaciones fueron especialmente onerosas, ya que ascendían a miles de millones de marcos y debían pagarse en un período de 30 años. La desmilitarización de Renania limitó aún más la capacidad de Alemania para defenderse, mientras que la cláusula de culpabilidad de guerra atribuyó la culpa exclusiva de la guerra a Alemania y sus aliados.
El Tratado de Versalles fue ampliamente resentido entre los alemanes, que lo consideraban injusto y punitivo. Contribuyó al surgimiento del nacionalismo y el militarismo en Alemania, lo que finalmente condujo al estallido de la Segunda Guerra Mundial.