El tratado fue ampliamente visto como un castigo duro e injusto para Alemania. Exigía que Alemania cediera territorio a las potencias aliadas, pagara reparaciones y desarmara a su ejército.
El tratado fue impopular en Alemania y mucha gente consideró que era demasiado duro. Este resentimiento contribuyó al ascenso del Partido Nazi y de Adolf Hitler, que llegó al poder en 1933. Hitler prometió revocar el tratado y restaurar a Alemania a su antigua gloria.
El Tratado de Versalles se considera un dictado porque se impuso a Alemania sin su consentimiento. Los aliados no negociaron los términos del tratado con Alemania, sino que se los presentaron a Alemania como un hecho consumado. Esto provocó un gran resentimiento en Alemania y ayudó a crear las condiciones que condujeron a la Segunda Guerra Mundial.