Los merovingios gobernaron a los francos hasta el siglo VIII, cuando fueron derrocados por los carolingios. Los carolingios eran otro pueblo germánico que se había asentado en la Galia. Estaban dirigidos por Pipino el Breve, que se convirtió en rey de los francos en 751. El hijo de Pipino, Carlomagno, se convertiría en uno de los gobernantes más poderosos de la historia europea.
El reinado de Carlomagno marcó el punto culminante de la dinastía carolingia. Amplió el reino franco para incluir gran parte de Europa occidental y central. También alentó la expansión del cristianismo y estableció un sistema de gobierno que serviría de modelo para los reinos medievales posteriores.
Después de la muerte de Carlomagno en 814, el Imperio carolingio comenzó a declinar. Estaba dividida en tres reinos:Francia Oriental, Francia Occidental y Francia Media. Estos reinos eventualmente se convertirían en los países modernos de Francia, Alemania e Italia.
La decadencia del Imperio carolingio provocó un período de inestabilidad en Europa occidental. La región estuvo plagada de invasiones de vikingos, musulmanes y magiares. Estas invasiones debilitaron a los gobiernos centrales de la región y llevaron al surgimiento del feudalismo.
El feudalismo era un sistema político y económico en el que se intercambiaban tierras por servicio militar. Los señores feudales concedieron tierras a sus vasallos, quienes a cambio prometieron brindarles apoyo militar. Este sistema ayudó a crear un orden social más estable, pero también condujo a la fragmentación del poder político.
La Edad Media terminó en el siglo XI con el surgimiento del Sacro Imperio Romano y el comienzo de las Cruzadas. Estos acontecimientos marcaron el comienzo de una nueva era en la historia europea, la Alta Edad Media.