Otra forma de convertirse en caballero era mediante la herencia. Si el hijo o nieto de un caballero era mayor de edad y tenía las habilidades necesarias, sería nombrado caballero tras la muerte de su padre o abuelo.
Finalmente, un hombre también podría ser nombrado caballero por su valentía o servicio meritorio. Esto se hacía a menudo en tiempos de guerra, cuando un hombre podía ser nombrado caballero por salvar la vida de su señor o por liderar una campaña exitosa.
La ceremonia de nombramiento de caballero fue una ocasión solemne. El futuro caballero se arrodillaría ante su señor, quien colocaría una espada en su hombro y diría:"En el nombre de Dios, te nombro caballero". Luego, el caballero prestaría juramento de lealtad y servicio, y se le entregaría una espada y un escudo.
Convertirse en caballero era un gran honor y conllevaba una serie de privilegios y responsabilidades. Se esperaba que los caballeros fueran valientes, leales y caballerosos. También se esperaba que respetaran la ley y protegieran a los débiles e inocentes.