Llegada europea:
Inicialmente, los chinos estaban fascinados e intrigados por la apariencia exótica, las costumbres únicas y los productos desconocidos que los portugueses y luego otros europeos trajeron a China. Los portugueses llegaron al puerto de Macao en 1557 y establecieron allí una base comercial. Los europeos buscaban oportunidades comerciales lucrativas y deseaban especias, sedas, porcelana y otros artículos de lujo de China.
Intercambio Económico:
Los chinos consideraban a los europeos como mercaderes y comerciantes capaces, pero también veían su llegada como una amenaza potencial a sus intereses económicos y su integridad cultural. El gobierno chino implementó regulaciones estrictas que controlan el comercio y las interacciones con extranjeros, como el Sistema de Cantones. Este sistema confinó a los comerciantes extranjeros a áreas específicas y los sometió a las leyes y regulaciones chinas.
Avances tecnológicos:
Los chinos reconocieron que los europeos trajeron consigo avances tecnológicos impresionantes, como armas de fuego, relojes e instrumentos de navegación. Estaban particularmente interesados en el conocimiento astronómico y matemático europeo, que contribuía al campo de la ciencia en China. El famoso misionero jesuita Matteo Ricci, que llegó a China en 1582, introdujo la ciencia y la tecnología occidentales, que fascinaron a la corte imperial y a los eruditos.
Intercambio Cultural:
Si bien los chinos admiraban ciertos logros científicos europeos, mantenían un fuerte sentido de orgullo cultural y creían que su civilización era superior. Sostenían la opinión de que tenían poco que aprender de los "bárbaros" y seguían considerando la cultura europea como inferior a su rica historia y tradiciones. Los chinos también impusieron restricciones a la difusión del cristianismo, al que consideraban una amenaza potencial a su orden religioso y social.
Influencia del poder imperial:
La corte imperial de Beijing y los gobiernos regionales desempeñaron un papel importante en la configuración de la percepción china de los europeos. Durante algunos períodos, el gobierno imperial estuvo más abierto al comercio y al intercambio cultural, mientras que en otros adoptó una postura más aislacionista. Los altibajos de las políticas imperiales influyeron en el nivel de interacción y cooperación entre chinos y europeos durante las dinastías Ming y Qing.
En resumen, los chinos miraban a los europeos que llegaban para comerciar con ellos con una mezcla de fascinación, admiración y cautela. Si bien apreciaban ciertos aspectos de la tecnología y el conocimiento europeos, seguían orgullosos de su propia superioridad cultural y ejercían control sobre el comercio y las interacciones culturales con los comerciantes extranjeros. Las percepciones y actitudes chinas hacia los europeos evolucionaron con el tiempo y estuvieron influenciadas por una combinación de consideraciones económicas, tecnológicas, culturales y políticas.