La caída de Roma provocó un vacío de poder en Europa, que fue llenado por las tribus germánicas. Estas tribus establecieron pequeños reinos independientes que estaban constantemente en guerra entre sí. Para protegerse, la gente de estos reinos prometía lealtad a un señor a cambio de protección. Este sistema de feudalismo se convirtió en la estructura política dominante en Europa durante los siguientes siglos.