- Destrucción y amargura: La guerra había causado una inmensa destrucción y pérdida de vidas, dejando tras de sí un sentimiento de amargura y desesperación en muchas naciones.
- Disputas territoriales: Los tratados de paz que siguieron a la guerra dieron lugar a importantes cambios territoriales, y algunos países perdieron territorios sustanciales ante los aliados victoriosos. Esto creó resentimiento y el deseo de reclamar tierras perdidas.
- Inestabilidad económica: La guerra había dañado gravemente las economías de muchos países, provocando un alto desempleo, hiperinflación y pobreza generalizada. Estos desafíos económicos alimentaron aún más el malestar político y el surgimiento de regímenes autoritarios.
- Inestabilidad política: Los sistemas políticos existentes en muchos países no pudieron abordar eficazmente los desafíos de la posguerra, lo que provocó inestabilidad política y una crisis de gobernanza.
- Desilusión con la democracia: El fracaso de la Sociedad de Naciones a la hora de impedir la guerra y las debilidades percibidas de los sistemas democráticos provocaron una pérdida de fe en la democracia entre algunos segmentos de la población.
Estos factores crearon un terreno fértil para el surgimiento de regímenes totalitarios que prometían estabilidad, orden y un retorno a la grandeza nacional, a menudo a expensas de los derechos y libertades individuales.