Una de las diferencias más importantes fue el papel del monarca. En Gran Bretaña, el monarca era el jefe de Estado y el jefe de gobierno. Esto significaba que el monarca tenía el poder de dictar leyes, declarar la guerra y firmar tratados. En Francia, por el contrario, el monarca era el jefe de Estado, pero no el jefe de gobierno. Esto significaba que el monarca tenía un poder limitado y que el poder real lo ostentaba el Primer Ministro.
Otra diferencia importante entre las monarquías británica y francesa fue la forma en que se elegía al monarca. En Gran Bretaña, el monarca es hereditario, lo que significa que el trono pasa de padres a hijos. En Francia, en cambio, el monarca era elegido por un grupo de nobles.
Finalmente, la monarquía británica y la monarquía francesa tenían actitudes diferentes hacia la religión. En Gran Bretaña, el monarca era el jefe de la Iglesia de Inglaterra, y la Iglesia de Inglaterra era la religión oficial del estado. En Francia, por otra parte, no existía una religión oficial y la monarquía francesa era tolerante con todas las religiones.
En general, la monarquía británica y la monarquía francesa eran dos sistemas de gobierno muy diferentes. La monarquía británica era más poderosa, más hereditaria y más religiosa que la monarquía francesa.