Historia de Europa

El arma nuclear española:el “Proyecto Islero”

Uno de los capítulos más insólitos de la historia española contemporánea de la segunda mitad del siglo XX fue el intento de obtener armas nucleares propias. El proyecto surgió en los años de la posguerra y perduró durante todo el franquismo, pasando por diversos altibajos en función de las relaciones exteriores de España y del miedo de Franco a dar el paso decisivo. El primer hito se remonta a 1948, cuando se creó la Junta de Investigación Atómica. Este organismo dio paso en 1951 a la Junta de Energía Nuclear. Su función era, en el marco de la autarquía y en plena Guerra Fría, lograr un desarrollo autónomo de esta energía, oficialmente con finalidad civil pero, secretamente, también militar.

El arma nuclear española:el “Proyecto Islero”

Poco después, en 1955, España firmó un acuerdo de cooperación nuclear con Estados Unidos dentro del programa Átomos para la Paz. programa. . Este programa había sido impulsado desde 1953 por el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower para promover el uso pacífico de la energía nuclear y su control mediante la creación de la OIEA –Organización Internacional de Energía Atómica–. A través de este canal, Estados Unidos proporcionó tecnología nuclear a varios países, entre ellos España, para su uso en investigación o aplicaciones civiles. De hecho, muchos científicos e ingenieros españoles fueron a estudiar a instituciones norteamericanas.

Fruto de estas relaciones fue también la construcción del primer reactor nuclear de España, el JEN-1, con tecnología estadounidense y utilizando uranio enriquecido 238, aunque era imposible obtener de él material para armas nucleares. Con este nuevo impulso se crea en 1958 el Centro Nacional de Energía Nuclear que, si bien no tenía carácter militar, estaba dirigido por ellos. La consecuencia de este desarrollo de la investigación fue la posición de vanguardia que alcanzó España en los años cincuenta, gracias principalmente al trabajo del contralmirante y físico José María Otero de Navascués.

El interés militar por la energía nuclear había aumentado desde 1956, fecha de la independencia de Marruecos y momento a partir del cual el nuevo Estado ejerció presión sobre los territorios españoles en África. La actitud de Estados Unidos en el conflicto de Ifni (1957-58), prohibiendo el uso de material militar cedido a España, favoreció también la idea de obtener armas nucleares autónomas como elemento disuasivo ante cualquier posible enfrentamiento con el nuevo vecino del país. sur. . Para España, que no pertenecía a la OTAN, la posesión de este armamento era también un elemento de prestigio internacional y una forma de controlar el eje estratégico definido en torno a la línea formada por Baleares, Estrecho y Canarias.

Todo el trabajo de investigación realizado hasta entonces concluyó en 1963. El general Agustín Muñoz Grandes, vicepresidente del gobierno, ordenó a la Junta de Energía Nuclear realizar un estudio sobre las posibilidades de desarrollar un arma nuclear sin alertar a la comunidad internacional. Fue el comienzo del “Proyecto Isla”. A pesar de sus decepcionantes inicios, el proyecto se mantuvo vigente gracias al apoyo de los citados Muñoz Grandes y Carrero Blanco. En 1964 el proyecto estaba listo contando además con el apoyo francés ya que De Gaulle era partidario de la independencia defensiva europea para lo que creía necesario que España dispusiera de armas nucleares.

Curiosamente el accidente de Palomares cambiaría el letargo inicial del proyecto. El 17 de enero de 1966, un avión cisterna norteamericano chocó en el aire, por encima de la vertical de la población de Almería, con un bombardero B-52 de la misma nacionalidad que portaba cuatro bombas termonucleares (H o bombas de hidrógeno) de 1,47 megatones. cada uno aproximadamente 75 veces más poderoso que el que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima.

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Los técnicos nucleares españoles, liderados por el físico militar Guillermo Velarde, pudieron recoger y analizar los restos de las bombas caídas. Los resultados obtenidos dieron un nuevo impulso a las investigaciones para llevar a cabo el proyecto ya que permitieron desentrañar las claves para la fabricación de bombas de hidrógeno, que hasta entonces sólo estaban en manos de Estados Unidos, la URSS, Francia y China. . Pese a ello, Franco decidió no impulsar el proyecto por miedo a las sanciones estadounidenses. Sin embargo, ni se abandonó ni se cerraron las puertas para su continuación; De hecho, España no firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN), creado en 1968. En ese mismo año, además, se instaló el primer reactor nuclear español en la sede madrileña del Consejo de Energía Nuclear.

El arma nuclear española:el “Proyecto Islero”

Los estudios y pruebas realizados hasta entonces permitieron, a partir de los años 1970, viabilizar la fabricación de armas nucleares, pero los medios no existían. La central nuclear de Zorita (Guadalajara), que entró en funcionamiento en 1969, y la de Santa María de Garoña (Burgos), que lo hizo en 1971, estaban basadas en tecnología norteamericana y no era posible extraer combustible para armas de ellas. a ellos.

La oportunidad de extraer plutonio para uso militar no se presentó hasta 1972, cuando entró en funcionamiento la central nuclear de Vandellós I (Tarragona), construida con tecnología francesa y capaz de producirlo. Además, España tenía reservas de uranio natural. En aquel momento la opción española se centraba en la fabricación de una bomba de plutonio y no de uranio. La obtención de uranio 325 fue mucho más complicada y se necesitaron recursos técnicos y económicos que España no tenía en ese momento. Sin embargo, el plutonio 239 podría obtenerse de un pequeño reactor nuclear.

El arma nuclear española:el “Proyecto Islero”

El apoyo político al proyecto aumentó cuando Carrero Blanco asumió la presidencia del gobierno en junio de 1973. El Ejército pensó que para defender España había que lograr un verdadero tratado militar con Estados Unidos, redactado cara a cara. Y si eso no sucediera, nuestro país debería tener su propia fuerza de disuasión nuclear. A finales de ese año, Velarde informó que España podría fabricar tres bombas nucleares al año. Con esa posibilidad sobre la mesa, Carrero se reunió con el secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, planteándole la dicotomía entre un nuevo tratado o el desarrollo de armas nucleares. Kissinger se negó a cerrar ningún acuerdo. Al día siguiente, 20 de diciembre de 1973, ETA asesinó a Carrero en un atentado.

Pero ni su muerte ni la del general Franco en 1975 finalizaron el proyecto. Continuó la presión norteamericana para que España firmara el TNPN pero sin conseguir su objetivo. Al contrario, en aquella época –1977– España ya era capaz de fabricar plutonio suficiente para producir 23 bombas nucleares al año.

La llegada al poder de Adolfo Suárez en 1976 tampoco supuso la interrupción del proyecto. Esto sólo se produjo en 1981, en un momento delicado para España –creciente número de atentados, descomposición de la Unión de Centro Democrático, golpe de Estado de febrero, etc.– y con fuertes presiones del presidente estadounidense Jimmy Carter para que España firmara el TNPN.

El proyecto Islero quedó definitivamente liquidado cuando el PSOE, en el gobierno desde 1982, decidió abandonarlo a cambio de su integración en la Comunidad Económica Europea y cuando el país ya se había adherido a la OTAN. En octubre de 1987 España firmó el TNPN y el proyecto quedó en el olvido.

El plan para dotar a España de armas nucleares debe situarse en el marco de la dictadura franquista. Un régimen muy nacionalista y con poca simpatía por Estados Unidos, aunque los intereses políticos de ambos países les llevaron al acercamiento. Su proyecto armamentístico no está relacionado tanto con la Guerra Fría como con el objetivo de garantizar una autonomía defensiva válida para todo el territorio nacional. Este objetivo no se consiguió con la integración en la OTAN, ya que dejó fuera la defensa de Ceuta y Melilla.

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