Historia de Europa

El cantón murciano

El cantón murciano

El contexto.

El fenómeno cantonalista se encuadra en el marco de la Primera República Española, siendo una de las manifestaciones más extremas de ese período ya que supuso una explosión de deseos populares largamente silenciados.

Tras la abdicación de Amadeo I, las Cortes, unidos Congreso y Senado en una convocatoria de dudosa legalidad, proclamaron la República el 11 de febrero de 1873. Votaron 258 diputados a favor y 32 en contra, aunque la mayoría de los diputados eran monárquicos. . La presión popular fue un elemento clave para entender la proclamación y posterior aceleración de la acción política republicana.

El gobierno provisional convocó elecciones a las Cortes Constituyentes en mayo de 1873, siendo ampliamente ganadas por los republicanos federales. Las nuevas Cortes aprobaron el establecimiento de la República Federal el 10 de junio por una mayoría muy amplia. Así comenzó el debate sobre una nueva constitución republicana.

Las divisiones republicanas –intransigentes o exaltadas, centristas y moderadas– llevaron a Pi i Margall al gobierno y la constante presión popular aceleró la revolución cantonal. El 1 de julio los diputados intransigentes abandonaron las Cortes al considerar insuficientes las medidas del nuevo gobierno y no estar de acuerdo con el rumbo tomado por la redacción de la nueva constitución. Inmediatamente formaron un Comité de Salvación Pública –nótese la afinidad conceptual con la Revolución Francesa– y exigieron la formación de cantones en toda España.

El cantón era una forma de organización territorial en la que una ciudad y el territorio bajo su influencia –equivalente en gran medida al término municipal– se constituía en una unidad política independiente que luego podía unirse con otros cantones para formar un gobierno federal:la Federación Española. La principal divergencia entre los republicanos afectó a la forma de constituir este modelo de gobierno; mientras que los partidarios de la línea dura propusieron hacerlo desde abajo hacia arriba, los republicanos federales restantes pretendían aprobar la constitución primero y luego organizarla desde arriba (el gobierno de la nación) hacia abajo. En cualquier caso, la unidad de España nunca fue cuestionada, a pesar de la fragmentación del Estado que supuso su modelo.

El cantón murciano.

El epicentro del levantamiento fue Cartagena, pero el levantamiento también se extendió a otras localidades de Murcia, incluida la capital:Torre Pacheco, San Pedro del Pinatar, Alcantarilla, Cieza, Caravaca, Cehegín, Molina de Segura, etc. Sin embargo, siempre hubo disensiones entre Murcia, cuya Junta era más moderada, y Cartagena, sobre todo por las exacciones económicas que buscaba la ciudad portuaria. La gran excepción fue Lorca, que no quedó bajo el control de los sublevados y sirvió de refugio a las autoridades centralistas y a la jerarquía eclesiástica que huyó de Murcia.

El cantón murciano

El objetivo de este movimiento revolucionario era crear una unidad política en torno a los límites de la provincia:el cantón murciano. En ello coincidieron todas las juntas, aunque el papel protagonista lo tuvo, a pesar suyo, Cartagena.

El 12 de julio los cantonales toman los castillos que protegen la ciudad así como el Ayuntamiento. Inmediatamente se formó una Junta Revolucionaria de Salvación Pública, que entregó a Antonio Gálvez –alias Antonete– el liderazgo de las fuerzas revolucionarias. Con la ayuda del general Juan Contreras lograron apoderarse de la flota de guerra que se encontraba en el puerto y del Arsenal de la Armada. De esta forma, quedaron en su poder cinco fragatas, dos vapores de guerra y una corbeta. Con esta fortaleza y el control de los castillos fortificados cercanos, el cantón cartagenero logró mantener su independencia hasta el 12 de enero de 1874.

Una vez establecido el poder en Cartagena, el objetivo de la Junta fue expandir la revolución. Con ello se pretendía conseguir dos propósitos:reducir la presión gubernamental sobre el cantón murciano y evitar un posible asedio, y obtener recursos para mantener en armas a los 9.000 hombres que componían el ejército cantonal.

Las expediciones terrestres se dirigieron hacia ciudades importantes –Hellín, Lorca, Orihuela– que habían quedado en manos del gobierno. Las armadas cubrían un amplio territorio que se extendía desde Valencia hasta Málaga, y ello a pesar de que el gobierno declaró piratas a todos los barcos cantonales, por lo que algunos de ellos fueron capturados por las armadas británica y alemana.

El cantón murciano

El ocaso de la experiencia cantonalista se produjo tras la derrota de Chinchilla (10 de agosto de 1873) a manos del general Martínez Campos. Además de las pérdidas humanas y materiales, el fracaso militar dejó abierta la carretera a Murcia, que fue ocupada por el ejército gubernamental el día 13 del mismo mes. Las Juntas de las localidades cantonales fueron disueltas y sólo resistió el cantón de Cartagena.

El asedio de la ciudad, que duraría seis meses, fue extremadamente violento. Unos 30.000 proyectiles de artillería cayeron en ese tiempo sobre la ciudad, destruyendo el 80% de la misma y con episodios tan dramáticos como la explosión del Parque de Artillería que provocó la muerte de más de 500 civiles. Este hecho aceleró la rendición final.

El cantón murciano

Acción política e ideología.

Las medidas políticas impuestas por los gobiernos cantonales, aunque con ligeras variaciones locales, tuvieron una clara impronta progresista:perdón de los presos políticos, embargo de los bienes eclesiásticos, jornada laboral de ocho horas, supresión de los monopolios, supresión del consumo, reconocimiento del divorcio, derogación. de la pena de muerte, derecho al trabajo, etc.

Esta política progresista estuvo acompañada de otros gestos que la fortalecieron, como la adopción de la bandera roja o el uso de un vocabulario político heredado de la Revolución Francesa. Asimismo, la influencia de la reciente Comuna de París (18 de marzo-28 de mayo de 1871) estuvo presente en la acción revolucionaria del cantón.

La ideología más claramente manifiesta es el republicanismo federal. Se trata, sin embargo, de un republicanismo todavía imbuido de un espíritu ilustrado y mesiánico:llamamientos a las virtudes cívicas, a la honestidad política, al coraje, a la ilustración del pueblo, al patriotismo, etc. Estas ideas estaban lejos de buscar una ruptura revolucionaria desde el pragmatismo, la consideración de las constitucionales en ellos predominaban los principios y el respeto a la propiedad privada

Los vínculos entre el cantón murciano y la Internacional no están nada claros. Aunque la Junta de Cartagena incorporó a algunos miembros de esta organización, otros, como Murcia, se opusieron a cualquier relación con ella. De hecho, la distancia ideológica es clara en cuestiones cruciales como el tratamiento de la propiedad o las medidas sociales.

La composición social de los revolucionarios tenía un indiscutible carácter pequeñoburgués, con un importante componente militar. Este fue el sector dirigente del levantamiento que gozó, sin embargo, de un amplio apoyo popular basado en la creencia en los mitos republicanos antes mencionados.

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