Historia de Europa

¿Quiénes eran los soviéticos durante la revolución rusa?

Soviéticos eran consejos locales creados por trabajadores, soldados y campesinos durante la Revolución Rusa de 1917. Estos soviets sirvieron de base para el nuevo sistema político establecido por los bolcheviques victoriosos, quienes los veían como la encarnación de la verdadera democracia y el medio para lograr el Sociedad sin clases teorizada por Karl Marx.

El primer soviet se formó en Petrogrado, la capital de Rusia en ese momento, en febrero de 1917, tras protestas masivas contra el régimen autocrático del zar. Durante los meses siguientes, surgieron soviets en toda Rusia como parte de una agitación política más amplia. Estos soviets asumieron diversas funciones, incluida la supervisión de las huelgas de trabajadores, la defensa de los derechos de los soldados y la promoción de reformas sociales y económicas.

El Partido Bolchevique, dirigido por Vladimir Lenin, tomó la iniciativa de organizar y unir los soviets. Consideraban a los soviets como instrumentos cruciales en su objetivo de derrocar al Gobierno Provisional que reemplazó al Zar y establecer un estado socialista. La influencia del partido dentro de los soviets creció constantemente, particularmente después del regreso de Lenin a Rusia en abril de 1917 y la publicación de sus "Tesis de abril".

Durante la Revolución de Octubre, los bolcheviques lograron tomar el control del Sóviet de Petrogrado, que se convirtió en el centro de mando central de la insurrección armada. La victoria de los bolcheviques y su posterior consolidación del poder marcaron la transformación de los soviets de consejos locales a órganos de poder estatal.

Bajo el régimen bolchevique, los soviets sirvieron como vehículo principal para la toma de decisiones y la gobernanza a nivel local y regional. El Congreso Panruso de los Sóviets, compuesto por delegados de los soviets locales, funcionó como la máxima autoridad en el nuevo Estado soviético. Aunque nominalmente representativos, los soviets estaban estrechamente controlados por los bolcheviques, con el poder real de toma de decisiones concentrado en manos de las élites del partido.

Con el tiempo, los soviets perdieron gran parte de su carácter democrático original y de su potencial transformador a medida que el régimen bolchevique se volvió más autoritario. La noción de una sociedad sin clases y sin Estado dio paso a un aparato estatal burocrático y altamente centralizado, con el Partido Comunista monopolizando el poder político.

A pesar de estos cambios, los soviets siguieron siendo una parte integral del sistema político soviético hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991. Continuaron sirviendo como unidades administrativas y mecanismos para la participación masiva, aunque dentro de los límites de un estado de partido único.