Una diferencia clave entre los enfoques británico y francés del colonialismo tuvo que ver con sus respectivos métodos de administración colonial. Los británicos generalmente favorecían el gobierno indirecto, en el que mantenían las estructuras políticas tradicionales existentes cooptando a los gobernantes locales mediante tratados o acuerdos. Este enfoque a menudo implicaba gobernar a través de intermediarios locales, como elites tradicionales o jefes nativos, para preservar la estabilidad social y reducir los costos de gobernancia.
Por otro lado, los franceses solían aplicar una forma de administración más centralizada denominada "asimilación". Bajo este sistema, los franceses pretendían imponer su idioma, cultura y valores políticos a las colonias con la idea de convertirlas en una parte integral de Francia o la "Gran Francia". El objetivo era transformar la colonia en una réplica en miniatura de la Francia continental eliminando las costumbres nativas e instituyendo estructuras administrativas, sistemas legales y educación franceses.