En general, los viajes pueden durar desde unas pocas horas hasta varios días. En algunos casos, los judíos fueron transportados en vagones de ganado sellados sin comida, agua ni instalaciones sanitarias. Como resultado, muchos murieron durante el viaje debido al agotamiento, el hambre, la deshidratación o las enfermedades.
En otros casos, los viajes fueron más humanos:los judíos recibieron comida, agua y acceso a baños. Sin embargo, incluso en estos casos, las condiciones seguían siendo a menudo hacinadas e incómodas.
Independientemente de la duración del viaje, la experiencia de estar en un vagón camino a un campo de concentración fue sin duda traumática. Para muchos judíos, fue el principio del fin, ya que finalmente fueron asesinados a su llegada a los campos.