La conferencia fue convocada en respuesta a las crecientes tensiones y demandas territoriales de Alemania, que buscaba anexarse los Sudetes basándose en el principio de autodeterminación y la protección de las minorías étnicas alemanas. Los participantes de la conferencia acordaron el Acuerdo de Munich, que permitió a Alemania anexar los Sudetes sin conflicto militar. El acuerdo fue visto como una forma de apaciguar a Hitler y evitar la guerra, pero finalmente no logró resolver las tensiones subyacentes ni preparar el escenario para una mayor agresión alemana en la región.
La conferencia de Munich es a menudo criticada por su política de apaciguamiento y el fracaso de las naciones participantes a la hora de hacer frente a las exigencias de Hitler. Se ha argumentado que el acuerdo envalentonó a Hitler y contribuyó al estallido de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó al año siguiente con la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939.